Qué difícil es acertar
La resolución de conflictos en el aula es una de las funciones de un tutor. A pesar de las dinámicas en tutoría y el apoyo del Departamento de Orientación, uno tiende a intentar solucionar los conflictos desde la coherencia, la profesionalidad y la lógica.
Es ahí cuando entran los diferentes intereses personales y la intervención inevitable de las familias. Cada familia aboga por sus hijos, como es lógico. Y como en todos los ámbitos de la vida, existen diferentes versiones de los problemas o conflictos que se dan en clase.
Cuando el tutor interviene, por norma general, lo suele hacer desde la mejor de sus intenciones. Pero siempre salpica a alguien que no está conforme con la actuación.
Desde aquí quiero explicar a todos los que sois padres la importancia del diálogo con el tutor y, por supuesto, con vuestros hijos. Pero sobre todo incidir en la discreción de las entrevistas con los profesores en este sentido. Ante una situación de conflicto, que lleva al diálogo en casa, recomiendo tranquilizar a nuestro hijo desde la ignorancia de lo ocurrido en clase y desde la idea de que sólo tenemos la versión de nuestro hijo.
Ni qué decir que desautorizar al tutor en sus actuaciones lleva consigo una reducción en el respeto que el niño tiene al profesor. Por lo que una llamada de teléfono, un e-mail o una entrevista personal con el profesional que estará con nuestros hijos durante una temporada, aclararía mucho las cosas y no perjudicaría a la relación tutor-tutorando. De esta forma, estoy segura, el tutor podrá explicar ante la familia sus argumentos, podrán llegar a un acuerdo o incluso, estoy segura, el tutor podrá rectificar su actuación en caso de equivocación.
Si la rectificación es consecuencia del previo diálogo con nuestros hijos habiendo mostrado el desacuerdo delante de ellos, entonces la función del tutor se convierte en... "apaga y vámonos".
Y parece mentira que algo tan obvio aquí escrito sea en nuestro día a día objeto de tanto debate.