¿Quién era Luis?

Estas fueron las palabras que mi cuñado Jose dedicó a mi padre el día de su funeral. Así era mi padre. Así es como le veían muchos. Y así te seguimos viendo... en CASA, sentado en tu sillón. 

¿Quién era Luis?

Realmente no me considero la persona idónea para resolver esta cuestión. Sé que mi perspectiva es parcial y terriblemente sesgada. Y, probablemente, estará bastante alejada de la realidad. 

Así que, como definirle de una manera convencional se me hace muy complicado, he decidido en vez de usar la cabeza, usar para ello el corazón.

Al principio, cuando miro en mi interior, bajo la perspectiva de no tenerle, solo encuentro dolor. Dolor, culpa, tristeza, más dolor, soledad… Luego, me centro en su imagen, su recuerdo… Y hay calma, cariño, apoyo, comprensión, ayuda, sabiduría, experiencia, protección, consejos… Siempre una puerta abierta.

Luis significa muchas cosas para mí.

Hay un recuerdo que me viene a la cabeza de hace muchos años. No llevábamos demasiado tiempo de novios Cristina y yo cuando, una tarde en que no habíamos quedado, (creo que Cristina tenía un cumpleaños o algo parecido), no encontré mejor forma de pasar la tarde del sábado que presentarme en casa de Margarita y Luis. Luis me abrió la puerta y me dijo:

- No está Cristina.

- Ya- le dije. -¿Qué haces? ¿viendo algún partido?

- Liverpool/Leicester, pasa- me dijo.

Así que me senté con él y nos vimos el partido.

Luis era especial. Tan especial como para uno pasar una tarde de sábado con el novio de su hija en su salón, viendo un partido de la liga inglesa, o alemana, o de segunda división.

Yo le quería.

Luis era ese rincón de cordura y calma donde podías refugiarte cuando el mundo giraba demasiado rápido.

Y pensando en él me viene una imagen que voy a tratar de explicar:

¿Recordáis cuando de pequeños jugábamos con otros niños a perseguirnos unos a otros, y cuando estaban a punto de alcanzarnos siempre había algún sitio donde podías refugiarte y estar seguro allí, porque ese lugar era “¡CASA!”? Pues esa era mi sensación siempre cuando estaba cerca de Luis.

Todas las noches, en el caos que se forma en la cocina para dar de cenar a los niños (a mis hijos y mis sobrinos), preparar las cosas para salir de una vez por todas de casa de los abuelos, las prisas para que los niños no se acuesten tarde, las ropas del día siguiente, las mochilas, … cuando todo ese estrés de las madres, los niños y la abuela te superaba, sabías que podías acercarte al salón, porque allí, en ese sillón de la esquina estaba Luis, mirándote divertido, transmitiendo calma y paciencia con su sonrisa y su mirada. Así que ibas al salón, te sentabas junto a él, y por dentro, una vocecita dentro de ti gritaba bajito: “¡CASA!”.

Y el mundo, junto a él, paraba de girar.

En ese salón, en su burbuja de calma, hemos hablado de todo: de problemas, de ilusiones, de fracasos, de política, de fútbol, de enfados, de alegrías,... Allí he recibido mis mejores consejos, he hallado el mayor consuelo y siempre, siempre, el mayor cariño.

Al principio, el jueves, me sentí terriblemente solo.

Pero luego me fui fijando en la de veces al día que, en mi trabajo, le nombraba, y usaba experiencias y conocimientos que Luis había compartido conmigo. Me he dado cuenta en estos días de lo mucho que está junto a mí en mi vida diaria. Y es, en estos momentos, cuando miro el ordenador y hago algo porque “Luis contabilizaba esto así,”, o “Luis me contaba que esto tenemos que hacerlo de esta manera…”. Es en estos momentos cuando la soledad que me embarga da paso a esa calma y seguridad que él siempre me trasmitía. Y que creo que todos sentíamos cuando estábamos junto a él.

Cristina nos ha dicho, a los chicos y a mí, que ahora que él está ahí arriba tenemos todavía más ayuda desde el cielo. La verdad, es que yo siento que Luis sigue con nosotros aquí todo el tiempo, ayudándonos a tomar decisiones en el trabajo y en la vida, transmitiéndonos su calma y su cariño siempre que lo necesitamos.  Y con solo pensar en él, en momentos de angustia, volvemos a sentirnos como cuando gritabas: “¡CASA!”.

Yo le debo mucho. Gran parte de la relación que he conseguido con mis hijos, de lo que soy como persona, lo soy gracias a él.

¿Que quién era Luis?

Para mí nunca fue mi suegro.
Para mí Luis siempre fue más bien (con toda humildad y respeto), un padre
.

Y sé que estará conmigo SIEMPRE.