Hasta aquí he llegado
Desde el miércoles 11 de marzo hasta el día de hoy, me he dedicado plenamente a mis alumnos. A las ocho de la mañana cuelgo las tareas y las soluciones del día anterior en Classroom, donde mis alumnos pueden comprobar sus respuestas y empezar a trabajar con el trabajo diario, a veces acompañados de vídeos explicativos. Suelo terminar a las 20:00 h. Es donde pongo el límite. Salgo a aplaudir con mis hijos a todas las personas que se están dejando la piel y están arriesgando sus vidas día tras día.
Este es mi día a día.
Durante toda la mañana, me conecto por Chat con todos los alumnos. Resuelvo las dudas por mensajes y con videollamadas de Meet. Hemos creado también una Sala donde estamos todos. Además, no he dejado de tener reuniones con mis compañeros (coordinaciones, Comisiones Pedagógicas, reuniones de evaluación, reuniones de equipo,…).
El alumnado tiene diferentes situaciones personales en casa. La mayoría de ellos, trabajan en sus tareas por las mañanas, pero hay unos cuantos que lo hacen por la tarde. No todos disponen de un dispositivo propio y lo tienen que compartir con sus hermanos.
Por la tarde, sigo aclarando dudas y llamo a las familias como parte del acompañamiento. Cuando tengo algún hueco, voy preparando las soluciones y las tareas para poder colgarlas al día siguiente a las 8:00 h.
Los fines de semana sigo aclarando dudas, recibiendo trabajos y corrigiendo.
Nunca llueve a gusto de todos, eso está claro. Y esto no es lo que opinan la mayoría de las familias, gracias a Dios. Pero voy a contar mi situación.
Tengo una reducción de jornada. Ahora trabajo 12 horas al día. Me caracterizo por ser una persona empática hasta la enfermedad. Me pongo en la situación de todas y cada una de mis familias. Me dejo la piel diariamente y, aunque estoy profundamente enamorada de mi trabajo, estoy agotada. Esto está llegando a unos extremos… que ya no me callo más. Porque no tengo claro si estas familias que calientan los grupos de chat o Facebook, son conscientes del daño que hacen.
¿Queréis clases online? Perfecto.
Puedo reducir mi jornada actual a unas 3 horas diarias. Yo me conecto, doy mi clase del tirón y punto, Si tu hijo no tiene dispositivo disponible durante esas horas, no es mi problema. Si tu casa tiene una conexión regular que hace que tu hijo se desconecte y se vuelva a conectar habitualmente, no es mi problema. Si hay dudas, las resolveré al día siguiente, no durante la tarde. Si os habéis ido al campo a pasar el confinamiento y sólo tenéis un móvil para seguir las clases online, no es mi problema.
Y antes de seguir, quiero dejar claro que estoy totalmente en contra de las clases online. Queréis una clase magistral a niños de Infantil y Primaria. Y pensáis que vuestros hijos van a estar de 9 a 17 pegaditos a la pantalla. Así, sin moverse. Que no os van a molestar. ¿Creéis que están así en el colegio? Vamos, esto es como cuando pides algo en Aliexpress. Cómo crees que es, y cómo es en realidad.
Y, por otra parte, creo que esto que pedís es antipedagógico. Es mucho más pedagógico para vuestros hijos el tiempo (de forma individual) que les estamos dedicando. Estamos dando clases particulares.
¿No queréis pagar el colegio? Perfecto.
Si no pagamos el colegio, los profesores no cobran. Si no cobran, no trabajan. Perfecto. Me encanta la idea. Así, este mes me dedico a mis hijos. Porque de lunes a viernes, no saben ni que existo. No os preocupéis. Como profesional de la enseñanza, sé qué es lo que tienen que trabajar, cómo lo tienen que trabajar, qué cosas puedo reforzar y qué cosas puedo ampliar. Así que me pongo con ellos y me ocupo de ellos.
Ya está bien de criticar de una forma destructiva. Me encantaría que os dejarais la piel “teletrabajando”, con una jornada que sea en cuádruple de vuestra jornada normal y que, además, recibierais una crítica diaria, de lo mal que estás gestionando todo.
¿Habéis oído esto durante estos días?:
Las situaciones extremas sacan lo peor y lo mejor de cada uno.
Pues mi conclusión es:
Las situaciones extreman sacan lo que cada uno es realmente.
Vamos a dejar de criticar. Ya haremos balance. Pero, por favor, dejad de miraros el ombligo y pensad que en clase de vuestros hijos hay 25 familias más, con 25 situaciones diferentes. Vamos, por favor, a pensar en lo importante, que todavía nos queda mucho.