Cuando el mundo se para

De repente me doy cuenta de que La Tierra sigue girando y su movimiento me marea. Es una sensación extraña, un sentimiento de desconcierto. Yo me siento paralizada pero los coches circulan, la gente sigue andando, el mundo se mueve cuando yo siento que está parado.

¿Por qué todo se mueve menos yo? Hago todo lo posible por incorporarme al movimiento pero el deseo de la soledad y el encierro se apoderan de mí al no ser capaz de seguir el ritmo.

Todo se resume en dos palabras: dolor y vacío. Un dolor tan intenso como inexplicable. Un vacío tan profundo que respirar es todo un logro. Me lleno de suspiros. Este dolor y este vacío hace que los recuerdos estén desordenados y los sentimientos estén a flor de piel en una espiral de locura que nadie te cuenta y que descubres por sorpresa.

A veces me descubro riendo y de repente siento que no tengo derecho a hacerlo. Tampoco soy capaz de disfrutar de la música, una de las cosas que más me gustan. No soy capaz de escuchar una canción entera. Cuando escucho la radio, cambio y cambio de emisora hasta que acabo apagándola. Siento que no soy yo. E intento ser alguien que no soy.

Papá, te has ido sin avisar. Discretamente y sin querer molestar. Tranquilamente y con humildad. Te has ido como tú eres. A pesar de pasarme las horas pensando en ti, no te siento cerca. Quizá tengan razón. Quizá el dolor todavía no me deja sentirte, pero te necesito cerca y no te siento. Y me desespero. Necesitaré tiempo.

El mundo sigue adelante pero yo me siento paralizada. Ayúdame a verlo todo como antes. Sigue enseñándome. Ayúdame a seguir girando.